miércoles, 24 de febrero de 2016

Ensayo. Por qué soy cristiano, de José Antonio Marina



Una visión necesaria
Anagrama
152 pags.

   Tras la experiencia propia de creer y descreer que nos narra Carrère en El Reino, me ha apetecido volver a este libro de Marina, en el que se introduce en el sentido que puede tener hoy ser cristiano para alguien que no se siente próximo a la iglesia católica. He aquí los párrafos que me han parecido más interesantes:
   “Hay un trágico esfuerzo por complicar hasta hacerla intransitable la sencilla y calida noción de fe que aparece en el Evangelio”.
     “Creo que el cristianismo está a punto de cambiar de modelo, aunque tal vez sean las ganas que tengo lo que me hace ser optimista. El modelo “gnóstico”, centrado en el credo proclamado, en las construcciones dogmáticas, en la fe como conocimiento, sería sustituido por el modelo “moral”, centrado en el agapé, en la imitación de Jesús, en la construcción del Reino de Dios”.
    “Jesús proporciona una interpretación de Dios, de la dimensión divina de la realidad, que encaja perfectamente con mi modo de entender el mundo, y que puedo por lo tanto acoger. Dice que al Absoluto no se le puede conocer, pero que se le puede realizar. Esto me resulta iluminador. Dios es acción creadora (bondadosa) y quien realiza esa creación participa de Dios, colabora con Él, se convierte en su providencia y ayuda a la implantación del Reino”.
    “El proceso que condujo de pensar a Dios como el poder sumo, a pensarlo como el ser perfecto y, más allá aún, como la suma bondad, me parece el origen de la humanización de nuestra especie”.
    “Si la inteligencia desplegara su actividad creadora, su brillante capacidad de bondad, enérgica y bella, fértil en existencia, ¿qué aparecería? Pues aparecería lo que en términos evangélicos se llama el Reino de Dios”.
     “El cristianismo (…) sucumbió, como gran parte de las religiones, a dos poderosísimas y casi inevitables tentaciones: la ideología de la verdad absoluta y la ideología del poder al servicio de la verdad absoluta, y comprobó las perversas consecuencias que tal claudicación traía”.
     “Nuestra naturaleza está llena de designios (…) Estamos, por ejemplo, diseñados para aspirar a la felicidad. (…) Posiblemente, el deseo de encontrar sentido a la realidad –como decía Frankl- sea una de esas grandes necesidades” (…) No sé de dónde proceden esos grandes designios, diseños o proyectos. Los teólogos se han apresurado a decir que son obra de Dios. (…) No llego a tanto. Los psiconeurólogos nos dicen que son mecanismos configurados a lo largo de la evolución. Tampoco me aclara casi nada. Solo sé que constituyen modos humanos de vivir la realidad. (…) Nos apropiamos de la realidad poéticamente, científicamente, religiosamente. En todos los casos damos una interpretación a los datos que nos llegan. (…) En ausencia de lo que, según el sentido común, llamamos religión, la humanidad no podría haber salido de su condición pre o protohumana. (…) Es cierto que las religiones han sido instrumentalizadas políticamente desde el poder, pero creo que su función moralizadora ha supuesto una benéfica limitación de la arbitraria acción del poderoso… hasta que ellas se convirtieron en poderosas.
   “La tesis que defiendo es fácil de enunciar, pero descontentará a todo el mundo, a los científicos y a los religiosos. Sostengo que hay dos niveles de verdad. Unas verdades son universales y otras verdades son privadas”. 
   "Creer significa apoyarse en alguien que merece un crédito absoluto y otorga confianza. (...) No es un acto racional -no hace falta confiar en la tabla de multiplicar, sino en que las cosas que podrían suceder de otra manera- pero puede ser un acto inteligente".
   “Una persona religiosa puede acomodar su vida a sus creencias, puede explicarlas, pero en lo que afecta a los demás tiene que someterse a los dos grandes niveles de verdades universales: la verdad científica y la verdad ética”."El amor que usted pueda sentir por una persona es, sin duda, una experiencia privada, y acaso sea lo más valioso de su vida".
   Solo aporto un comentario propio. Este último párrafo debería también leerse así:
   “Una persona no religiosa puede acomodar su vida a sus creencias, puede explicarlas, pero en lo que afecta a los demás tiene que someterse a los dos grandes niveles de verdades universales: la verdad científica y la verdad ética”. Y aquí enlazo con el agnóstico Carrère: “Se podría decir que el ateísmo es una creencia sobre algo de lo no podemos saber nada, la simetría exacta de la creencia, y por tanto también una forma de fe”.
  He aquí, como conclusión, tres buenos mandamientos:1) Buscar con “inteligencia creadora” mis verdades privadas y vivir conforme a ellas. 2) Respetar las verdades privadas de todo el mundo. 3) Saber distinguir y respetar las verdades universales.
      No lo veo tan complicado.




3 comentarios:

  1. EL LABERINTO SENTIMENTAL, es mi libro de cabecera como el de tantos neuróticos.... de alguna manera MARINA me cambio la vida con ese libro.

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  2. EL LABERINTO SENTIMENTAL, es mi libro de cabecera como el de tantos neuróticos.... de alguna manera MARINA me cambio la vida con ese libro.

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  3. A mí me gustó e influyó mucho "Elogio y refutación del ingenio" y he oído que el último que tiene sobre educación es muy bueno.

    Dejo aquí también, por cierto, el link a la entrevista con la autora de este blog. Gracias:
    http://www.elcineenquevivimos.es/index.php?otro=41

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