domingo, 1 de abril de 2018

Novela. Esperando a Mister Bojangles


Salamandra
152 pags.
Intento fallido
     
   Si es verdad lo que dice la contraportada de que este libro ha sido celebrado con entusiasmo por crítica y libreros franceses, me parece a mí que a todos ellos se les ha ido un poco la olla, o que estamos ante una brillante operación de marketing a favor de un autor novel. No es que el libro sea malísimo, pero no pasa de ser un pequeño juego de manos, una obra con cierta intención innovadora que se queda en el camino de serlo de verdad, porque la historia no tiene suficiente fuste y porque lo que tiene de fantasía es repetitivo y resta credibilidad y garra a la trama realista. Recién leída la magnífica novela de Mia Couto, La confesión de la leona, en la que se funden magistralmente fantasía y denuncia social, magia y realismo, la novela del mozambiqueño me resulta un ejemplo perfecto de todo cuanto este libro de Bourdeaut aspira a lograr sin conseguirlo del todo.
   Bourdeaut nos cuenta la historia de un matrimonio cuya vida transcurre entre risas y bailes. Su hijo les observa y participa de su intensísima felicidad. La canción Mr. Bojangles, de Nina Simone, es su favorita. Bailan y beben y ríen sin ton ni son noche y día, mientras una surrealista grulla se pasea por sus salones, por los que van y vienen invitados sin nombre. Se aman entre grandes risotadas y no abren las cartas. El primer tercio del libro se hace particularmente largo y reiterativo. Los personajes no cautivan. Se atisba que la realidad acecha a la familia feliz en forma de ruina, enfermedad o proceso judicial, y así ocurre. Hay sensibilidad y sutileza en la forma en que el niño empieza a acusar los golpes de la vida, más allá de la burbuja en la que vivía. Su padre y él se resisten como pueden a lo que se les viene encima, y se revuelven para no aterrizar del todo en el mundo real, pero hay una tristeza inexorable esperándoles. El libro mejora al final, pero es ya tarde. Hay un desajuste inicial que no se supera.

Novela. La confesión de la leona, de Mia Couto


Alfaguara
212 pags.
Rara joya africana: poesía y feminismo
   
 El mozambiqueño y muy premiado Mia Couto tiene una escritura de un magnetismo raro, dotada de tanta sabiduría que es capaz de aunar poesía con suspense, magia con intriga, ensoñaciones con acción, fantasía con feminismo. En su historia, los leones están matando a las mujeres de un pueblo africano, Kulumani, por lo que el político encargado de la zona contrata a un cazador para resolver el problema. Pero lo que en realidad ocurre en aquel pueblucho castigado por la guerra y la brutalidad de sus costumbres es mucho más profundo y conmovedor, y el cazador, por su parte, es mucho más que un hombre que necesita matar un león.
   Una joven del pueblo y el cazador se turnan como narradores. Ambos son seres heridos, con cuentas pendientes con el mundo que tienen mucho que ver con la tragedia de la postergación de la mujer africana. Su prosa tiene un lirismo sencillo, cautivador, sin alardes innecesarios, pero brillante. Ampara una trama precisa, perfectamente medida, en la que lo mágico se encuadra con facilidad sin aminorar el impacto que nos produce la brutal realidad que se nos cuenta. En resumen, una novela rara, inclasificable. 
   Mia Couto tiene un talento excepcional para superar estilos y crear un tono propio. Es un gran placer leerle.  

Ensayo. Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca Barea


Editorial Siruela
460 pags
Provocadora y muy oportuna revisión de tópicos
    
   María Elvira Roca escribe de forma apasionada, y ese es uno de los muchos atractivos de este libro, en el que revisa sin contemplaciones los grandes tópicos que pesan sobre la historia de España y los invalida, situándolos en el contexto geopolítico de cada época y aportando datos sobre aspectos de nuestra leyenda negra tan relevantes como la Inquisición o la conquista de América. El libro empieza por explicar qué es y qué no es un imperio y el porqué de las imperiofobias, para lo cual, tras hablar de Roma, se detiene a contemplar el imperio ruso, odiado sobre todo por los franceses; el español, detestado por italianos, flamencos, franceses, ingleses y estadounidenses en contextos culturales tan diversos como el humanismo renacentista, la reforma y el enciclopedismo, y, por fin, el imperio contemporáneo de los Estados Unidos, que genera la gran imperiofobia de nuestros días.  Roca nos guía por las creencias que sustentan la leyenda negra española (o leyenda negra a secas) y expone su visión de los prejuicios racistas y los intereses políticos y religiosos que la originan, las frivolidades y la desidia intelectual que se hacen eco de ella  -incluso en España- y los egos que se han beneficiado de sus falsedades y medias verdades a lo largo de la historia. Un libro destinado a ser polémico y a remover lugares comunes, escrito con garra y animosidad, que en más de una ocasión nos remite a una cuestión tan actual como el poder gigantesco de la propaganda en la construcción de los mitos nacionalistas.

Novela. Una temporada en el purgatorio, de Dominick Dunne


Libros del Asteroide
473 pags.
Imposible soltarlo
   
 Después de pasar ratos buenísimos leyendo “Las dos señoras Grenville” no me extraña lo mucho que me ha divertido este libro del mismo autor, que tiene una admirable capacidad de observación del modo de vida de los millonarios de la costa este americana, y los retrata con grandes dosis de humor y sofisticación, a un ritmo vertiginoso. En este caso la historia gira en torno a una poderosa familia católica (la sombra de los Kennedy nos acompaña en todo el relato) cuyo patriarca, Gerald Bradley, se ha hecho multimillonario en poco tiempo e intenta, sin conseguirlo, entrar en el universo wasp junto a su mujer, una beata que se viste en Paris y toma el té continuamente con un cardenal, y sus hijos, una panda de hipócritas entre los que destaca el guapísimo Constant, principal sospechoso del asesinato de una quinceañera con la que bailaba en el club de campo un rato antes del suceso.
     “¿Te importa bailar con un hombre que tiene una erección?”, le había preguntado Constant horas antes de que apareciera muerta. El depositario del gran secreto sobre la muerte de la chica es Harrison Burns, el “amigo pobre” de Constant, que estudia con una beca en su elegante internado y está fascinado por el universo Bradley. Burns lo sabe todo, y mientras va haciéndose mayor, el peso de cuanto oculta se le hace cada vez más insoportable. 
    Es una delicia cómo Dunne retrata el habla de los Bradley, su forma de tratar al servicio, su relación con sus parientes pobres y con la sociedad protestante que les ningunea por ser católicos e irlandeses, su obsesión por intervenir en política, su índole mafiosa, sus ritos. Y a los personajes con los que se relacionan: decoradoras, abogados, amantes, mafiosos, periodistas, cotillas profesionales, curas, chantajistas y chantajeados, víctimas y acompañantes en el tinglado que montan para ir ascendiendo en la sociedad a golpe de dólar, sin que nada ni nadie se les ponga por delante. Dunne tiene el buen gusto de ser muy sobrio en los ingredientes moralizantes de su novela –la bajeza moral de los Bradley no requiere énfasis-, y en cambio es descarado, incisivo y muy divertido en los diálogos, rápidos y jugosos, y en las agudas descripciones de los personajes y sus escenarios. Hay imágenes brillantes –aquel millonario suicida, que pierde los pantalones del pijama en su caída al vacío, dejando a la vista un grano en el culo; la hermana loca, con hábitos de monja del Sagrado Corazón de alta costura; los innumerables curas incorporados al atrezzo de familia bien de los Bradley- y el ritmo es tal que es de esos libros que lees hasta las tantas de la madrugada.
   Dominick Dunne pertenece a una adinerada familia católica y estudió con los Kennedy y sus primos, los Skakel. La muerte de una joven de quince años, por la que finalmente se condenó a Michael Skakel, fue, junto al asesinato de su propia hija a manos de su exnovio, lo que le indujo a escribir esta trepidante novela.