Salamandra
152 pags.
Intento fallido
Si es verdad lo que dice la contraportada de
que este libro ha sido celebrado con entusiasmo por crítica y libreros
franceses, me parece a mí que a todos ellos se les ha ido un poco la olla, o
que estamos ante una brillante operación de marketing a favor de un autor
novel. No es que el libro sea malísimo, pero no pasa de ser un pequeño juego de
manos, una obra con cierta intención innovadora que se queda en el camino de
serlo de verdad, porque la historia no tiene suficiente fuste y porque lo que
tiene de fantasía es repetitivo y resta credibilidad y garra a la trama
realista. Recién leída la magnífica novela de Mia Couto, La confesión de la leona, en la que se funden magistralmente
fantasía y denuncia social, magia y realismo, la novela del mozambiqueño me
resulta un ejemplo perfecto de todo cuanto este libro de Bourdeaut aspira a
lograr sin conseguirlo del todo.
Bourdeaut
nos cuenta la historia de un matrimonio cuya vida transcurre entre risas y
bailes. Su hijo les observa y participa de su intensísima felicidad. La canción
Mr. Bojangles, de Nina Simone, es su favorita. Bailan y beben y ríen sin ton ni
son noche y día, mientras una surrealista grulla se pasea por sus salones, por
los que van y vienen invitados sin nombre. Se aman entre grandes risotadas y no
abren las cartas. El primer tercio del libro se hace particularmente largo y
reiterativo. Los personajes no cautivan. Se atisba que la realidad acecha a la
familia feliz en forma de ruina, enfermedad o proceso judicial, y así ocurre. Hay
sensibilidad y sutileza en la forma en que el niño empieza a acusar los golpes
de la vida, más allá de la burbuja en la que vivía. Su padre y él se resisten
como pueden a lo que se les viene encima, y se revuelven para no aterrizar del
todo en el mundo real, pero hay una tristeza inexorable esperándoles. El libro
mejora al final, pero es ya tarde. Hay un desajuste inicial que no se supera.
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