Sobria y eficaz
Título original: Spotlight
Duración: 118 minutos
Director: Thomas
McCarthy
Guión: Thomas
McCarthy, Josh Singer
Reparto: Mark Ruffalo,
Michael
Keaton, Rachel
McAdams, Liev
Schreiber, John Slattery,
Stanley Tucci,
Brian d'Arcy
James, Gene Amoroso,
Billy Crudup,
Elena Wohl,
Doug Murray,
Sharon
McFarlane, Jamey
Sheridan, Neal Huff,
Robert B.
Kennedy, Duane Murray,
Brian
Chamberlain, Michael Cyril
Creighton, Paul
Guilfoyle, Michael
Countryman
La película está centrada en el
magnífico trabajo periodístico que un equipo del Boston Globe realizó en 2002
para destapar los casos de pederastia que se dieron durante décadas entre curas
católicos americanos, y que la jerarquía de la Iglesia de Boston ocultó. El guión y la
interpretación son un ejemplo de sobriedad y de foco en lo esencial: se trata
de narrar un ejemplo excepcional de trabajo periodístico, y McCarthy lo hace con
ritmo y fuerza, pero sin aspavientos; con un sereno rigor. El compromiso
emocional y el impacto que el caso tuvo en las vidas de aquellos periodistas se
percibe sin el menor histrionismo. Sencillamente estaban haciendo su trabajo
como debían, y al tiempo enmendando errores de tiempos pasados, en los que
habían dejado de lado el asunto. El periodismo también se lleva aquí su parte de
crítica.
Es una historia que parece fácil
de contar, pero los guionistas han tenido que soslayar bastantes charcos para
sacarla adelante de manera tan competente. Aparte de evitar tratar a los
periodistas como super héroes, logran no resultar farragosos al entrar en el
detalle de la estrategia del director del periódico, que decide cuál debe ser el objetivo final de la investigación y cuál es el momento en el que hay
que publicarla. Esta capacidad de visión le lleva a dirigir lo fundamental del
trabajo del equipo: lo importante no es destapar un número escandaloso de
casos, sino lograr demostrar la política de la jerarquía eclesiástica al
respecto. Y no es que el director sea un genio del periodismo, ni un taimado
calculador de las ventas de ejemplares. Es, simplemente, un profesional que
hace bien su trabajo, un tipo comprometido con su misión de proporcionar una
información lo más relevante posible. McCarthy nos lo cuenta así, y los hechos,
narrados con sencillez, le bastan para que la historia nos atrape. Otro charco
que evitan los guionistas es el de las escenas escabrosas. En las escasas
ocasiones en las que aparecen las víctimas, el destrozo vital que han sufrido
se percibe con todo su horror, sin paliativos, a pesar del tono sereno del
guión y la puesta en escena. McCarthy sabe no perder de vista
el corazón de su historia, que es la descripción de un trabajo periodístico que
tuvo un impacto moral tan decisivo que produjo una conmoción profunda en la
Iglesia y acabó conduciendo a un papa a pedir perdón más de una vez.
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