miércoles, 10 de febrero de 2016

Novela. El Reino, de Emmanuel Carrère

520 pags.
Anagrama

Inteligente viaje de Carrère al cristianismo

        Admiro a Carrère por Limonov y El Adversario, dos ejemplos de literatura basada en hechos reales, con los que disfruté muchísimo. En El Reino se enfrenta a la historia de los primeros cristianos con su escritura cargada de dinamismo, erudición y humor. Lo hace desde una perspectiva que, más allá de personal, podríamos tildar de egocentrista, lo cual, lejos de restarle atractivo al libro, le da profundidad, porque nos invita a compartir su entretenidísima reflexión de exhibicionista de las emociones y el pensamiento. El interés de su punto de vista radica en que el poliédrico Carrère se nos muestra sucesivamente creyente y agnóstico, y en todo momento novelista, intelectual e historiador. “Se podría decir que el ateísmo es una creencia sobre algo de lo no podemos saber nada, la simetría exacta de la creencia, y por tanto también una forma de fe- dice-. Mi libro parte de una posición agnóstica en el sentido más literal, una posición de no creyente. Yo suelo decir que no soy lo bastante creyente como para ser ateo. Aún sí abordo el cristianismo de manera amistosa porque toda esta historia me interesa enormemente y porque me conmueven muchas cosas que han nacido de la fe cristiana”. El libro refleja esta emocionalidad que despierta en él el cristianismo, potenciada por su talento literario, así como los siete años de trabajo de investigación y escritura que tiene atrás.
      La primera parte está dedicada a los años en los que Carrère fue un creyente fervoroso. La segunda, a contarnos la peripecia de Pablo de Tarso y el evangelista Lucas, que son algo así como un Quijote y un Sancho del siglo I. Al leerlo es inevitable  la sensación de alivio el comprobar que, en estos tiempos en los que proliferan los tópicos que desprecian el valor del cristianismo en nuestra civilización, haya alguien como Carrère que se lanza a un proyecto como este.
        Como cristiana que me siento, el libro no me ha resultado en ningún momento falto de respeto ni frívolo, a pesar de que es divertido y está lleno de humor. Más bien me ha parecido fascinante la mezcla de osadía y rigor con la que Carrère aborda su proyecto. Creo que es una obra honrada, tal vez por la gran carga personal que lleva. Porque lo cierto es que está escrita con un feroz narcisismo que el autor es incapaz de ocultar. El Carrère personaje gusta mucho al Carrère autor, tanto que logra que al lector también le caiga bien este tipo tan exitoso, que superó gracias a la fe sus grandes neurosis de juventud, que abandonó luego esa fe y que hoy se pregunta seriamente, una y otra vez, desde su agnosticismo, si un tipo así de inteligente, rico y feliz podría tener un sitio en el Reino de las bienaventuranzas. Lo cual es una invitación a una reflexión muy seria y profunda, que puede interesar a cualquiera, cristiano o no cristiano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario