Cultura general
Título original: Star Wars. Episode VII: The Force Awakens aka
Duración: 135 minutos
Director: J.J.
Abrams
Guión: J.J.
Abrams, Lawrence Kasdan, Michael Arndt (Personajes: George Lucas)
Reparto: Daisy Ridley,
John Boyega,
Harrison Ford,
Adam Driver,
Oscar Isaac,
Carrie Fisher,
Peter Mayhew,
Domhnall
Gleeson, Max von Sydow,
Gwendoline
Christie, Lupita
Nyong'o, Andy Serkis,
Anthony
Daniels, Mark Hamill,
Greg Grunberg,
Kenny Baker,
Simon Pegg,
Katie Jarvis,
Christina
Chong, Miltos
Yerolemou, Thomas
Brodie-Sangster, Ken Leung,
Harriet
Walter, Iko Uwais,
Yayan Ruhian,
Warwick Davis,
Jessica
Henwick, Daniel Craig,
Billie Lourd,
Judah
Friedlander
Dado que la ciencia ficción me interesa más bien
poco, apenas tenía un vago recuerdo de la primera película, la
de 1977, alimentado por reportajes y merchandising. El estar lejos de
ser una experta en sus personajes y antecedentes no ha sido un obstáculo para
meterme de lleno sin dificultades en esta nueva entrega, de la que se dice que
vuelve a las esencias de la primera época, y que me ha parecido mucho más entretenida
de lo esperado. Contribuyen a ello varios factores: en primer lugar, como
alérgica a la ciencia ficción, agradezco
esa estética arcaizante, en la que unas naves, donde nada se parece a un
ordenador, funcionan con compresores, tornillos y detonadores. En segundo
lugar, la galaxia es un lugar muy grande, pero hasta cierto punto
manejable, como si el guionista pensara que el espectador está en condiciones
de entender su geopolítica, en lugar de hacer de ella un arcano, que es lo que
suelen hacer los guionistas del género con las galaxias (imposible olvidar la
insoportablemente aburrida Interstellar).
Además, en sus planetas hay desiertos con pinta de desierto, islas con
templos de aspecto camboyano y hasta arenas movedizas, cuestión esta última que
a los de mi generación nos produce una mezcla de nostalgia y confort, porque
las arenas movedizas de las pelis del oeste eran una de las pesadillas más
recurrentes de nuestras infancias, y ahora resulta que nos hace ilusión
recordarlas. Por otro lado, los
diferentes modelos de marcianos y
robots tienen un aire vintage de lo más simpático; la princesa Leila es ahora una matrona un poco cursi que aún trabaja; hay espadas fosforescentes, de las que había en nuestras casas, y algunos de los escenarios
recuerdan al salón de un western, o a una estación de tren del XIX a medio
construir. Y la historia, con sus tintes de culebrón medieval con vetas
freudianas, se sigue con interés: No es complicado captar los equilibrios entre
el Bien y el Mal, la Luz y la Zona Oscura, ni los perfiles y movidas familiares de los personajes
fundamentales, por mucho que lleven sobre sus espaldas décadas de episodios y
enredos. En resumen, que ver esta película es un poco como ir a un museo a
ponerte al día de alguna corriente artística menor, que habías desatendido, y a pasar
un buen rato mientras tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario