Ocho malos en una cabaña aislada por la
nieve, con Tarantino al mando
Título original: The Hateful Eight
Duración: 167 minutos
Director: Quentin Tarantino
Guión: Quentin Tarantino
Reparto: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demian Bichir, Walton Goggins, Tim Roth, Bruce Dern, Michael Madsen, James Parks, Dana Gourrier, Zoë Bell, Channing Tatum, Lee Horsley, Gene Jones, Keith Jefferson, Craig Stark, Belinda Owino
Sangriento pero divertido, disparatado
pero inteligente, brutal pero humano, cinematográfico pero teatral, el lenguaje
de Tarantino en su última película fascinará sin duda a sus incondicionales. A
mí me ha gustado, a pesar de su metraje excesivo y del derroche de sangre y
vísceras. La mayor parte de la historia transcurre en una cabaña aislada,
acosada por la ventisca, y tiene un aire a lo Agatha Christie. Ocho personajes
perfectamente diseñados, a cual más siniestro, se escupen unos diálogos
vertiginosos. Pero no por estar en un interior con ocho indiviudos inquietantes tenemos la
sensación de que vemos una obra de teatro llevada al cine.
La historia ha empezado en una preciosa
escena en medio de la naturaleza, cuando el cazarrecompensas Ruth (Kurt
Russell) acarrea en una diligencia rumbo a Red Rock a su presa Donague (la desdentada
y obscena Demian Bichir). En el viaje se les suman un nuevo cazarrecompensas,
con cierta leyenda en la profesión (el negrazo que interpreta Samuel L.
Jackson), y un tontaina que dice ser el sheriff del pueblo al que se dirigen
(Walton Goggins). Pero hay más sorpresas.
En la posada en la que paran y quedan
aislados, por culpa de la ventisca, hay otros cuatro individuos, que no acaban
de encajar con lo que los viajeros esperaban encontrar allí: el verdugo que
deberá ahorcar a la chica (un inglés muy fino que interpreta Tim Roth); un vaquero bastante mosqueante, que
afirma volver a casa de su madre por Navidad (Michael Madsen); un general sudista
muy cabreado (Bruce Dern) y un mexicano (Demina Bichir), que dice regentar el
local porque sus dueños, contra todo pronóstico, han salido de viaje. Sobrevivir en ese grupete depende de lo listo que seas, de si eres blanco o negro, cazarrecompensas o fugitivo, confederado
o yanqui; de lo bien que mientas, de con quién te alíes y de lo hábil
que seas con los trastos de matar. En resumen, es un duelo caricaturesco de
inteligencias y de salvajadas, que se sigue bien, porque los personajes tienen
garra, la acción está bien orquestada y la lectura en clave de esperpento del absurdo de la violencia y sus ritos logra cobrar sentido.
El ritmo es un poco irregular y
tal vez el desenlace debiera haberse acelerado.
Como dice una amiga mía, muy pija, la violencia de Tarantino es tan divertida porque sabemos que la sangre es siempre salsa de tomate.
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