viernes, 4 de agosto de 2017

Novela. La Cartuja de Parma, de Stendhal

Alianza Editorial
567 pags.
“Novela total”

   Entrecomillo lo de “novela total” porque lo copio de la contraportada, en la que se define así esta pieza fundamental de la literatura europea del XIX, por ser “romántica, de aventuras, histórica y de capa y espada”. Diría que es también “novela moral”, porque así lo quiere el autor, que en su “Advertencia”, o prólogo, explica que censura “con el más moral de los reproches” muchos de los actos de sus personajes.       
  Para el lector del siglo XXI, lo llamativo es que este cúmulo de fórmulas decimonónicas, tejidas en torno a cuatro personajes vinculados por el amor y la política, sigue resultando absolutamente cautivador. Stendhal nos pinta personajes rendidos al amor en un escenario histórico interesante: la Italia que se debate entre el mundo napoleónico, los viejos principios monárquicos y las pequeñas intrigas de las cortes menores, como Parma, donde se retrata a la perfección el despotismo en su versión provinciana y un tanto acomplejada. Con una agilidad digna de una serie de televisión, la trama va cuajando personajes inolvidables, como la duquesa Sanseverina, que está entrando en los cuarenta sin perder encanto, es intrigante y audaz y se enamora de quien no le corresponde. 
   El amor es también el causante de los conflictos fundamentales del joven sobrino de la duquesa, Fabrizio, que es guapísimo y redime su vida disipada perdiendo la cabeza por un imposible. Y loco de amor está el conde Mosca, un personaje magnífico, un político fino y astuto, con mañas depuradas de cortesano triunfador, entrado ya en los cincuenta y enamorado hasta las cachas. Al igual que Clelia, manipulada por la ambición de su padre y protagonista de las páginas más bonitas de la novela, las que relatan el amor en la distancia, el amor virtual, que llamaríamos ahora, entre el preso y la hija del jefe de la prisión, tejido a base de signos que solo los enamorados entienden y que hace al preso preferir la celda a la libertad. La debilidad de Stendhal por la belleza está presente sobre todo en estas páginas y solo por ellas vale la pena la inmersión en este libro que es de otra época pero también lo es de todas las épocas.


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