martes, 15 de marzo de 2016

Novela. Cinco esquinas, de Mario Vargas Llosa


Amor lésbico, política y prensa amarilla
Alfaguara
320 pags.
   
    Cinco esquinas se lee de un tirón, pero es de esos libros que no dejan la menor huella. Alguien relacionaba el otro día a su autor con Woody Allen, el director empeñado en seguir produciendo cine, año tras año, de cuyas últimas películas solemos salir comparándole con el mejor Woody Allen que cada uno recuerda. Sus obras mediocres pueden ser entretenidas, pero a la semana siguiente no sabes ya de qué iban. Pues así ocurre con la última novela del omnipresente Vargas Llosa.
    La novela empieza con una escena de cama entre dos señoras de la burguesía limeña. Su idilio se entrecruza con las peripecias de sus maridos, amigos entre sí, y metidos hasta las trancas en un lío de chantajes urdido contra uno de ellos por la prensa amarilla más deleznable. Los hilos de la operación llegan hasta Fujimori y su lugarteniente el Doctor –remedo de Vladimiro Montesinos-, y entre sus víctimas colaterales destaca un declamador de poesías transformado en payaso, cuya historia nos proporciona las mejores páginas de la novela.
     “La dictadura de Fujimori utilizó el periodismo de escándalo como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios”, dice el autor en la contraportada. Él lo ha utilizado para urdir una novela entretenida, que recurre al morbo fácil del lesbianismo de dos señoras bien y a la crítica aún más fácil a la alianza de una dictadura con el periodismo amarillo. La novela, en general, no está a la altura de su trayectoria, aunque se sostenga con autoridad porque, a sus casi ochenta años, Vargas Llosa siendo un gran narrador. Su calidad se detecta sobre todo cuando, en el “mural de la sociedad peruana” que construye –palabras suyas-, el autor desciende en la escala social. Si los ricos son más bien  obvios -a pesar de su sexualidad atípica- y los periodistas desclasados y solitarios tirando a tópicos, los personajes más tirados del “mural” están pintados con más talento.
       Otra cosa que dice el autor sobre su libro es que la carga de erotismo que contiene está relacionada con el momento histórico que describe: a más terrorismo, más ganas de sexo. No sé qué tendrá de cierta su teoría, pero se me antoja algo traída por los pelos para cuadrar el sentido de su libro. En la novela se habla de terrorismo, pero el terror no se percibe, no se siente en lo más mínimo.  “Con estos apagones, bombas, secuestros y asesinatos todos los días, quién puede vivir tranquilamente en esta ciudad”, dice una de las guapas protagonistas, al iniciar una escapada a Miami con su amiga, tan feliz. Declaraciones como esta son las que, teóricamente, deben inducir al lector a conectar ambos temas. Pero la conexión no se produce. No es solo que no haya ningún hilo argumental que nos instale directamente en el terrorismo, sino que cuando se menciona no se percibe su impacto real en la vida de los personajes y en los conflictos a los que se enfrentan. Simplemente está ahí porque los personajes declaran que existe. Menos mal que el periodismo español de hoy día está siempre al quite para ponerle un micrófono a mano a Vargas Llosa. Así él puede completar la novela, y explicarnos las razones por las que en su libro hay tanta orgía.  

3 comentarios:

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  3. blue jasmine
    magia a la luz de la luna
    irrational man
    De mediocres nada de nada.....y TU lo sabes




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