martes, 24 de febrero de 2015

Historia. Hotel Florida. Verdad, amor y muerte en la guerra civil, de Amanda Vaill



Seis personajes enamorados y más de una guerra
Turner Noema
543 pags.

Amanda Vaill ha hecho un magnífico trabajo de investigación y escritura en este apasionante libro en el que retrata la peripecia de seis personas que vivieron la guerra civil española a través del periodismo: Ernest Hemingway y su amante, la periodista Martha Gellhorn; los fotógrafos Frank Capa y Gerda Taro y el español Arturo Barea y su mujer, Ilsa Kulcsar. 

Vaill va al fondo de la transformación que representó la guerra para cada uno de ellos, y su retrato resulta convincente en cada detalle de los hechos históricos en los que se vieron envueltos, pero también en el dibujo que hace de su personalidad,  de las relaciones que  los unen y de su vivencia ideológica, profesional y vital durante aquellos años. 

Si tras la lectura reciente de “Las armas y las letras” de Trapiello tenemos fresco al Hemingway frívolo y atrabiliario, ahora descubrimos a un personaje envidioso y dogmático, violento y egocéntrico. Ernest mantiene un idilio extramatrimonial con Martha Gellhorn, que empieza siendo una especie de chica bien decidida a hacer turismo bélico antifascista en España, para ir creciendo hasta convertirse en una periodista de peso, dueña de un prestigio profesional que acaba por complicarle la vida en su relación con el celoso de Hemingway. Martha le escribe cotilleos a su amiga Eleanor Roosevelt y va a la peluquería envuelta en pieles mientras su novio se da una vuelta por el frente, pero también arriesga la vida, viaja incesantemente allá donde está la acción, tiene magníficas fuentes y funciona con criterio propio. Al contrario que su novio, cae bien al lector.

La pareja Frank Capa y Gerda Taro tejen en las páginas de Vaill su preciosa y trágica historia de amor y pasan de ser dos paupérrimos fotógrafos semi apátridas a convertirse en personajes reconocidos mundialmente por sus retratos del drama español, que es contemplado como presagio y ensayo de la tragedia europea que se está gestando. Impresiona y conmueve su compromiso con su profesión y con sus ideas políticas, su energía, su valor y el amor que los une. De su mano recorremos los frentes de Córdoba, Toledo, Brunete, Málaga, el Jarama, Vizcaya y Teruel y la guerra en las ciudades de Madrid, Valencia y Barcelona. Vaill despliega una documentación magnífica, que supera con creces el título de su libro, y la acción –que se detiene en los dramas humanos con los que se cruzan, en los movimientos de los ejércitos y en las intrigas políticas de quienes manejan la guerra- nos lleva no solo a los escenarios críticos españoles, sino a Nueva York, París, Cayo Hueso o Moscú.

La historia de Barea, divulgada a través de su obra autobiográfica “La forja de un rebelde”, es más conocida que la del amor de su vida, Ilsa Kulcsar, escritora, traductora y editora. Al retratar a ambos es de reseñar hasta qué punto una escritora norteamericana como Vaill  logra empatizar con el lector español, que necesariamente se ve más conectado emocionalmente con la amargura de Barea, ese chico sin estudios que se entrega en cuerpo y alma a la República y que recibe de ella maltrato y persecución por no plegarse a la ortodoxia del estalinismo, al tiempo que ve cómo la guerra que está destruyendo su país atrae a su bando a jóvenes románticos de países democráticos, cuyos dirigentes, en cambio, miran para otro lado. Es tal vez su historia la más triste, porque la guerra destroza los nervios de Barea y porque el refugio que encuentra en Ilsa, que empieza siendo su colaboradora en la oficina de censura que el gobierno instala en el edificio de Telefónica de Gran Vía, no le impide vivir atormentado por las náuseas, la decepción y el miedo.

Vaill ha introducido la palabra “verdad” en el título porque buena parte del propósito del libro es desbrozar lo que había de auténtico en el trabajo de estas seis personas durante los años de la guerra, entendiendo por auténtico lo que se correspondía con la realidad que vivían, más allá de la propaganda que se veían obligados a defender (caso de Barea en su puesto de censor de la República) o de las tentaciones manipuladoras o simplemente esteticistas en las que caían en ocasiones para lograr más impacto en el apoyo a su bando (algunas de las fotos de Capa y Taro y parte de las crónicas triunfalistas de Hemingway).
  
Por su parte, Vaill quiere demostrar su propio compromiso con la verdad y no ahorra trapos sucios en las intrigas, brutalidad, engaño y estupidez que se daba en las filas comunistas, donde se manejaban los hilos de la propaganda y cuyos dirigentes eran los interlocutores habituales de sus seis personajes. Hay multitud de secundarios llenos de interés y de sub tramas que dan ganas de seguir, como la de Constancia de la Mora, un personaje interesantísimo  que aparece aquí relacionado con la tortura y asesinato del desviacionista  Andreu Nin, o la de la rivalidad entre John Dos Passos y Hemingway, por poner solo dos ejemplos. 
 
En definitiva, la obra de Amanda Vaill es un gran libro, que, a pesar de sus 480 páginas de narración con apretada letra, deja con ganas de más.

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