Título original: Fences
Duración: 139 minutos
Director: Denzel Washington
Guión: August Wilson (Obra: August Wilson) Reparto: Denzel Washington, Viola Davis, Stephen Henderson, Jovan Adepo, Mykelti Williamson, Russell Hornsby, Saniyya Sidney
En Fences hay personajes veraces, y la
historia está llena de fuerza y humanidad, pero la cámara parece estar posada
ante un escenario en el que se declama un texto durante casi dos horas y media.
Quienes lo hacen son excelentes actores, pero no va una al cine para ver teatro.
El dramaturgo August Wilson es el autor de esta
película, aunque haya muerto en 2005, porque suyo es el guión que en su día confeccionó
basándose en la obra que le proporcionó un Pulitzer y porque su texto
es el elemento que se adueña y manda en la película en todo momento, con la
colaboración, por supuesto, de las magníficas interpretaciones de Denzel
Washington, Viola Davis y el resto del reparto.
Ese texto teatral, de apabullante
oratoria, pesa como una losa, en especial al principio, cuando se nos presenta
a Troy Maxson (Denzel Washington), un padre de familia que trabaja como
basurero en el Pittsburgh de los años 50. Su mujer, Rose (Viola Davis), es un
personaje mucho más contenido, y por tanto su expresividad resulta más
cinematográfica y mucho más atractiva. Maxson, en cambio, es todo verborrea y
anécdotas, todo literatura. No dudo de
los méritos teatrales de la obra de Wilson, pero, como he leído en alguna crítica
americana, sus metáforas basadas en el baseball resultan cargantes y su narrativa
agota. En lo que a su personaje se refiere, no hay nada que se nos muestre; todo se nos cuenta. Concretamente, lo cuenta
él, Maxson, en unas conversaciones con su amigo Bono y con su familia que se
hacen francamente largas: su durísima infancia, su fracaso como jugador de
baseball debido a la discriminación racial, sus principios de padre de familia
que se hace responsable de la manutención de sus hijos pero no de mostrarles
cariño, su amargura por aprovechar la pensión de su hermano discapacitado, sus
contradicciones entre la devoción a su mujer y su derecho a buscar la alegría de
vivir en la cama de otra y la mezcla de determinación y vergüenza que le produce
el observar el paquete de firmes creencias y rotundos fracasos que conforman su
vida. Sí, de acuerdo, hay diálogos vibrantes de Maxson con Cory, su hijo, al
que corta las alas con brutal autoritarismo; y con Rose, la mujer que le entrega su vida a cambio
de una mezcla de protección, ternura y traición, y con Lyons, su otro hijo, al
que desprecia porque no sufre para ganarse la vida como él. Son relaciones
cargadas de dramatismo, veraces, interesantes, pero el texto y lo poco
imaginativo de la dirección les quita brillantez y en ocasiones las aplasta.
Lo dicho, cada día sabes más de CINE!!
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