Traducción de
Jorge Luis Borges
Debolsillo. 292
pags.
Innovación y burla
Orlando
es un noble del siglo XVI rico, elegante y amante de la literatura. Disfruta
del mundo isabelino, y, andando el tiempo, aparece en el siglo siguiente, y en
el siguiente, y vive hasta el siglo XX. Por el camino Orlando muta en mujer y,
cuando lo hace, se enamora de alguien. ¿Quién es el hombre, y quién la mujer,
en esa pareja? Poco importa; importa más la pregunta.
Orlando se relaciona con
los tiempos de manera desigual. El mundo victoriano le desespera un tanto.
Prefiere el siglo XVI, y el XVIII, y los tiempos en que fue embajador en Istambul.
El libro acaba en 1928, el año en que se escribió. Virginia Woolf lo dedica a
Vita Sackville West, su amiga y amante; el hijo de esta dijo de él que era una
gran carta de amor.
La novela
es quizá, sobre todo, una burla. También es una reflexión, y un experimento,
pero es el humor sutilísimo que se desprende de la historia y de cómo está
contada lo que ha prevalecido en mi impresión. Woolf se ríe de las convenciones
de la época respecto al papel de la mujer, la sexualidad y la literatura. Es, además
un ejercicio de escritura magnífico. El placer de leer a Virginia Woolf –en este
caso, traducida por Borges- está no solo en lo innovador de la trama, sino
en sus imágenes brillantes, en el equilibrio de su ritmo y en su fraseo elegante y algo teatral, sin ser
pomposo. Una auténtica delicia.
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