domingo, 8 de enero de 2017

Novela. Orlando, de Virginia Woolf



Traducción de Jorge Luis Borges
Debolsillo. 292 pags.

Innovación y burla

    Orlando es un noble del siglo XVI rico, elegante y amante de la literatura. Disfruta del mundo isabelino, y, andando el tiempo, aparece en el siglo siguiente, y en el siguiente, y vive hasta el siglo XX. Por el camino Orlando muta en mujer y, cuando lo hace, se enamora de alguien. ¿Quién es el hombre, y quién la mujer, en esa pareja? Poco importa; importa más la pregunta. 
   Orlando se relaciona con los tiempos de manera desigual. El mundo victoriano le desespera un tanto. Prefiere el siglo XVI, y el XVIII, y los tiempos en que fue embajador en Istambul. El libro acaba en 1928, el año en que se escribió. Virginia Woolf lo dedica a Vita Sackville West, su amiga y amante; el hijo de esta dijo de él que era una gran carta de amor. 
     La novela es quizá, sobre todo, una burla. También es una reflexión, y un experimento, pero es el humor sutilísimo que se desprende de la historia y de cómo está contada lo que ha prevalecido en mi impresión. Woolf se ríe de las convenciones de la época respecto al papel de la mujer, la sexualidad y la literatura. Es, además un ejercicio de escritura magnífico. El placer de leer a Virginia Woolf –en este caso, traducida por Borges- está no solo en lo innovador de la trama, sino en sus imágenes brillantes, en el equilibrio de su ritmo y en   su fraseo elegante y algo teatral, sin ser pomposo. Una auténtica delicia.

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