domingo, 13 de diciembre de 2015

Cine. El puente de los espías


Un héroe y una historia



Título original: Bridge of Spies
Duración: 135 minutos
Director: Steven Spielberg
Guión: Matt Charman, Ethan Coen, Joel Coen
 



Spielberg ha logrado narrar este episodio real con total acierto. La película lo tiene todo: grandes personajes, suspense, ritmo, y una admirable construcción de ambientes. Hay quien dice que de puro buena resulta fría. No estoy de acuerdo. Hay emoción del principio al fin en esta bonita historia, principalmente porque hay un héroe tranquilo y serio, dotado de un idealismo a la antigua, que no tiene nada de ñoño y que además, como corresponde a un héroe de los realmente conmovedores, está solo. 


En plena guerra fría, un espía soviético, que pinta cuadros parsimoniosamente junto al East River de Nueva York, es capturado y enviado a juicio. El establishment quiere darle un buen abogado antes de mandarlo a la silla eléctrica –estupendo el personaje del juez-, y el elegido para defenderle es James Donovan (Tom Hanks). Donovan es un tipo serio que cree en lo suyo y no está dispuesto a hacer un mero paripé, a pesar de las presiones que recibe de la CIA, de su bufete y hasta de su familia y vecinos. Desde el principio vemos en él uno de esos héroes mimados por el guionista y construidos por un gran actor. Donovan es listo, trabajador, honrado, valiente y sereno, y Tom Hanks es el actor ideal para interpretarlo. Su defendido, Rudolf Abel, el espía, (Marc Rylance) es otro personaje memorable; un espía concienzudo y triste, dotado de una lealtad a su país más resignada que heroica, y sobre todo impasible. El abogado consigue librar al espía de la silla eléctrica, y ahí termina la primera parte de la película. 


Cuando los soviéticos apresan a un piloto americano, que tomaba fotos desde un avión espía, se plantea la posibilidad de un canje, y Donovan vuelve a ser el hombre elegido para llevarlo a cabo sin que la CIA tenga que arriesgar su prestigio en el intento. Cuanto sucede en Berlin para lograr el canje está maravillosamente ambientado. La confusión de interlocutores y el peligroso barullo político en el que se mete Donovan se sustancian en magníficos diálogos. El miedo se infiltra en cada escena en la que vemos a nuestro héroe ir y venir helado de frío por una ciudad desolada en la que se está contruyendo un muro y se dispara contra quienes escapan a occidente. Las decisiones de este héroe, tan peculiar que va con un moco colgando,  le distancian de la maquinaria política de su país y de sus cinismos, sus maniobras cortoplacistas y sus cálculos mezquinos. Donovan opta por el camino más difícil, y más digno. Las últimas escenas en Berlín son de las que no se olvidan.


2 comentarios:

  1. Tienes toda la razón, pero lo de la emoción es tan inexplicable como la santísima trinidad. Te emocionas, te interesas, te apasionas....o no. Y no sabes porque

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  2. Tienes toda la razón, pero lo de la emoción es tan inexplicable como la santísima trinidad. Te emocionas, te interesas, te apasionas....o no. Y no sabes porque

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