Brillante sencillez
Baile del Sol
240 pags.
Stoner
es de esas novelas adictivas que estás deseando tener entre las manos; uno de
esos libros por los cuales te apetece volver a casa. Su gran mérito es la
construcción de un personaje que arrastra. Sin alharacas, sin complejidades
innecesarias, con una excelente y tranquila escritura, Williams nos invita a
acompañar a su protagonista a lo largo de toda su vida –que corre paralela al
siglo XX- y nos enfrenta, junto a él, al sufrimiento, el amor y la soledad. Nos
enseña a comprenderle en su complejidad y a admirar su integridad; a compadecer
su mala suerte y a celebrar su tranquila y digna resistencia a la estupidez y
la mezquindad; nos engancha con su mezcla de individualismo y entrega, de
indiferencia y apasionamiento, de introspección y expresión, de frialdad y
ternura, de mediocridad y brillantez. No es un libro alegre, pero sí es una
gran novela sobre un ser humano, o lo que es igual, una gran novela sobre el
ser humano.
Nos narra la historia de William
Stoner, que llega a la universidad en 1910, procedente de la granja en la que
creció rodeado de la máxima austeridad material y emocional. El recuerdo de
unos padres tristes y de pocas palabras, mucho trabajo y horizontes inciertos
es cuanto llevaba en su mochila aquel timidísimo joven que se adentraba en el
mundo académico. Su vida como profesor de literatura en la universidad de
Columbia, Misuri, su desventura en la construcción de una vida amorosa y sus
pequeñas y grandes batallas por ser quien quiere ser es todo cuanto nos narra
este libro, con toda la honestidad y pureza de la buena literatura. Ni más ni menos.
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