sábado, 22 de marzo de 2014

Relatos: Las buenas intenciones, de Cristina Vázquez


El pez volador. 93 pags.

Inquietud

Los relatos de Cristina transmiten un desasosiego minucioso, prendido de una elaboración literaria muy trabajada, medida hasta el mínimo detalle, en la que se pretende que no falte ni sobre nada para situarnos en un mundo de apariencias que van siendo desmentidas al hilo de la narración: El  conocimiento de un engaño se salda con un simulacro de amor; un probo contable acecha en silencio a unas niñas; Aurora piensa en su ajuar de novia y al cabo de unos minutos tiene las manos manchadas de sangre; Anita Risquez es una mujer alegre, pero descubre que la vida no está donde esperaba; el marido de Ernestina cree que la está ayudando a vencer sus miedos, sin comprender nada de lo que realmente le ocurre; Natalia y Roberto viven juntos, pero una distancia de hielo les separa y Acacio se duerme en el suelo como un perro, a la puerta del cuarto de su mujer, que envejece en la amargura. En todos estos relatos Cristina encuentra su efecto en la precisión de cada frase y cada palabra, que pone al servicio de historias escuetas, pero contundentes, en las que apenas queda un hueco para la esperanza. Opta por un manejo de los tiempos verbales que contribuye a la creación de inquietud; nada casa a la manera convencional y sin embargo todo tiene sentido. Al final del libro hay un relato más largo, situado en un entorno menos identificable. También en él encontramos un escenario de decepción: el recién estrenado matrimonio de Amaranta no es lo que espera. Y ella, como la mayoría de los personajes de este libro, se rebulle en el hueco que le deja la vida dando manotazos al aire. Cristina escribe con destreza y rigor, a lo grande. Es valiente y eficaz. Sabe crear atmósferas y consigue sus propósitos. ¿Qué más se puede pedir? ¡Enhorabuena!

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