Seis Barral
957 pags
Una buena lectura
Hay dos opciones en las instrucciones de uso
de este libro: 1) Dejarte llevar. 2) Tratar de comprender en todo momento en cuál estás de las cuatro tramas parelelas que Auster traza sobre una misma persona,
Ferguson, un chico al que sigue a través de distintas alternativas del
destino, como si fuera posible vivir más de una vida. “Cuatro personas idénticas, pero diferentes, con
un mismo nombre”: mismos padres y abuelos, parecidos engranajes sociales y
familiares, pero muy distintos destinos y, en consecuencia, personalidades
divergentes.
Si optas por dejarte llevarás disfrutarás de
la escritura de Auster, que en esta ocasión es exuberante, coloquial, extremadamente
imaginativa, de largas frases concatenadas que se infiltran en la mente de sus
personajes, de sus cuatro Fergusons, y las lagunas que te quedarán en la
comprensión de las cuatro tramas no te molestarán gran cosa. Si prefieres comprender
hasta el último detalle la complejidad de la estructura de esta gran novela
necesitas papel y lápiz, y cuatro columnas, en las que ir tomando nota de lo
que el destino depara a cada Ferguson según si su padre vive o muere, si
triunfa o no en los negocios, si su madre se casa con este o con aquel o si él
mismo se decanta por esta u otra alternativa sexual, amorosa, intelectual o
profesional; si va a Columbia, a Princeton, a Rochester o a Paris, si se
enamora de esta o de aquella, si el destino le depara dinero o le deja a dos
velas, si muere o si vive.
A pesar de su extensión, la novela mantiene la
tensión del lector y es brillante al describir los Estados Unidos de fines de
los años 60, y en particular la ciudad de Nueva York y sus mundos: los barrios
residenciales cercanos, las universidades, los estados vecinos, los hogares de
la clase media judía de Manhattan y el entorno político y social de la época, que,
tal como describe Ferguson en sus trabajos periodísticos sobre la década,
abarca “la guerra de Vietnam, el
movimiento de los derechos civiles, el auge de la contracultura, avances en el
ámbito del arte, la música, la literatura y el cine, el programa espacial, el
diferente tono de las administraciones de Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon,
la pesadilla de los asesinatos de prominentes personajes públicos, el conflicto
racial y los guetos en llamas de las ciudades norteamericanas, deportes, moda,
televisión, la ascensión y caída de la Nueva Izquierda, la ascensión y caída
del republicanismo de extrema derecha y la ira reaccionaria, la evolución del movimiento
Black Power y la revolución de la Píldora, todo, desde la política y el rock
and roll hasta los cambios en el lenguaje de los norteamericanos, el retrato de
una década tan llena de tumulto y confusión como para dar al país Malcolm X y
George Wallace, Sonrisas y Lágrimas y
Jimmy Hendrix, los Berrigan y Ronald Reagan”.
Es
este recorrido denso, pormenorizado, rebosante de imaginación y humor, producto
de una aguda observación del mundo y de una documentación espléndida lo mejor
de la novela. Las cuatro caras de Ferguson, sus cuatro destinos posibles,
tienen en común su recorrido por ese espléndido escenario, y en realidad en
dónde terminen sus viajes tiene menos importancia que sus viajes en sí.
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