domingo, 4 de marzo de 2018

Novela. Kokoro, de Natsume Söseki



Impedimenta
296 pags
Un corazón impuro
    
   Dos años después del fin de la era Meiji (1868-1912), que representó el   inicio de la transformación de Japón en un país moderno, se publicó Kokoro, la obra cumbre del que es considerado como padre de la literatura contemporánea japonesa. La novela tiene un inicio difícil, de resonancias muy lejanas al lector contemporáneo y occidental, pero transcurrida la primera parte se convierte en un texto cautivador, escrito con una engañosa sencillez y con un estupendo manejo del suspense, rico y denso, que desde luego vale la pena leer.
   En la primera parte, el narrador, un joven estudiante, curioso y desvalido, conoce a Sensei, el personaje central de la obra, un hombre maduro, que vive con su mujer, sin hacer nada provechoso aparte de leer y visitar periódicamente un cementerio. Sensei pronto se convierte para el estudiante en el gran polo de atracción; el joven intuye en aquel hombre culto y reservado un pozo de sabiduría del que ansía nutrirse, y trata de ganarse su confianza. Pero Sensei no se abre. Guarda secretos, evita respuestas, zanja conversaciones con extraños silencios. La relación entre ambos se estrecha, pero no toma cuerpo, y la intervención de la mujer de Sensei no hace sino abrir más enigmas respecto a Sensei. La primera parte de la novela se acaba con la marcha del joven estudiante al campo, donde vive su familia. Se plantean ahí cuestiones sociales y culturales que nos dan una idea de la conmoción que vivía el Japón de la época, cuando muere el Emperador y el general Nogi se suicida junto a su mujer, y el país entero siente que acaba una era. Es también en esta parte en la que se plantean los grandes problemas de la iniciación del narrador en la vida adulta, y los primeros dilemas éticos del libro.
  En la última parte es Sensei quien habla, y descubre por fin sus secretos. Es aquí donde Söseki despliega las grandes cuestiones. Los secretos de la vida de Sensei tratan de la posibilidad de que exista en el mundo un “corazón puro”, y del destino que espera a los que no logran poseerlo. Frente a este anhelo espiritual, que tiene sus raíces en el ascetismo budista, “lo humano” se presenta como la alternativa en la que anida lo mejor y lo peor de la vida: el amor y el engaño, la alegría y el miedo, la desconfianza más feroz y la entrega más generosa, la traición más horrenda y la expiación más extrema. En el terreno de “lo humano” la honestidad es una senda “estrecha y resbaladiza”, y el pecado la contrapartida del amor. En el fondo, nada que no sepamos. Vivir es emocionarse, y resbalar, y ser honesto y deshonesto una y otra vez. Lo trágico del planteamiento de Sensei, lo profundamente pesimista de su propuesta, es que para él, cuando resbalamos por estrecha y resbaladiza senda de la honestidad no hay más expiación posible que la muerte, que el precio de vivir como un ser humano, capaz de amar y de pecar, es necesariamente la desesperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario