Seix Barral. 303
pags.
Sobre literatura
A
pesar de ser bastante divertido, este es más un libro sobre literatura que un
libro sobre la vida, y tal vez por eso no me ha sido fácil mantener el interés
en él, pero sin duda es un libro interesante. Cuenta la historia de Mac, un parado de clase media alta, ávido e
inteligente lector, que empieza un diario para ver si así logra entender en qué
consiste escribir. Vive en el barcelonés barrio del Coyote, y es vecino de un
conocido escritor que le tiene cabreado porque apenas le saluda. Mac acaricia
continuamente la idea de reescribir una de las primeras novelas de su vecino, Walter y su contratiempo, y mientras
aborda el proyecto va y viene por su barrio en una peripecia que corre paralela
y a ratos se mezcla con las distintas tramas de la novela que quiere enmendar,
de forma que lo que se nos narra es al tiempo una novela –la historia de Mac-,
un libro de cuentos –los que contiene la novela del famoso escritor- y un
ensayo sobre el hecho literario.
Vila-Matas
nos propone reflexionar sobre la razón de ser de la escritura, sobre la
necesidad que tiene el escritor de contar con una voz propia y sobre la
narración oral como fuente de esa cadena de repeticiones que es la literatura,
mientras seguimos las andanzas de Mac, que es a un tiempo un erudito y un chiflado
lleno se sentido del humor que corretea por su barrio.
Walter y su contratiempo, la obra que Mac aspira a repetir a
su modo, es la historia de un ventrílocuo que no logra tener más que una voz, y
al introducirnos en ella Vila-Matas parodia a veinte escritores y pasea una
mirada burlona por la tarea del cuentista mientras, paradójicamente, nos va
narrando pequeñas y primorosas historias. “Escribir es tratar de saber qué
escribiríamos si escribiésemos”, dice alguien en el libro. La novela destila un
cierto cinismo del que Vila-Matas se redime en las sorprendentes páginas finales,
que están llenas de belleza y que parecen plantear que la pureza de la narración
oral –la de la Arabia feliz, la de los cuentos orientales- es, en el fondo, lo
que sostiene todo el edificio de la literatura.
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