Anagrama. 210
pags.
Grande McEwan
Ian
McEwan es un gran escritor y esta es una gran novela, a la altura de Expiación, de Sábado, y de aquella pequeña joya titulada Chesil Beach. Me encanta McEwan porque es un gran trabajador de la literatura.
Su sensibilidad y su oficio nos brindan historias en las que nada sobra ni
falta, minuciosamente documentadas, sostenidas por una primorosa escritura,
atenta a cada detalle, sutil pero nunca superficial, con una densidad de
sugerencias que contrasta con la economía de medios que utiliza. Apenas 200
páginas y ¡cuánto nos dice esta novela!
McEwan
nos cuenta aquí la historia de Fiona Maye, una jueza con prestigio, de vida
apacible, a quien la vida se le vuelve de pronto del revés. Por un lado, su
marido le pide permiso para tener una
aventura, ahora que roza los sesenta. Por
otro, en su puesto de jueza de familia le
toca enfrentarse con un complejo dilema moral, el de decidir si Adam Henry, un chico
de 17 años enfermo de leucemia, tiene derecho a rechazar una transfusión de
sangre en cumplimiento de los preceptos religiosos que le marca su condición de
testigo de Jehová. Ninguno de los dos conflictos nos lleva por senderos
previsibles ni banales.
Fiona se sumerge en un alejamiento de su marido que le
lleva a reflexionar sobre lo que ha hecho con su propia vida, y al tiempo
entabla una relación con Adam cuyo desarrollo
literario es una joya de sutileza y encanto, una reivindicación de la inocencia
y un recorrido por algunos de los escondites en los que se ocultan las
respuestas cuando la vida de pronto parece no tener sentido: una relación
inesperada, una mirada joven y pura, un beso que se escapa, alguien que pide
nuestra ayuda, alguien que se va porque no quiere sufrir. En la vida suceden
cosas que nosotros no propiciamos, pero que nos muestran lo que nos pasa y nos
interpelan sobre quién somos y qué hacemos aquí. Fiona conoce a Adam Henry al
tiempo que su vida de apacible matrimonio sin hijos se viene abajo. Y empieza a
verlo todo con una luz nueva.
No
creo que sea esta una novela sobre la fe y la justicia, aunque sea este uno de
sus hilos argumentales, ni mucho menos una historia sobre la fidelidad. Es más
bien una novela sobre una mujer que aprende a vivir con una nueva conciencia
sobre sí misma y sobre el mundo. La trama argumental que teje McEwan y las
emociones que la pueblan son la luz que propicia ese cambio, ese despertar,
lúcido y doloroso. Todo fluye y encaja como debe; todo está bien narrado y bien
explicado; todo es creíble y sugerente. Grande McEwan.
Una de las mejores novelas de McEwan y la mejor crítica que nadie haya hecho jamás sobre la esencia y el propósito de esta novela. Fabuloso McEwan y fabulosa tú. Qué suerte saber escribir (y pensar) así. Saludos boquiabiertos
ResponderEliminar