Almuzara. 299
pags.
Aprendizaje, humor, tesón
y tolerancia
Chris Stewart fue batería del grupo Genesis,
esquilador de ovejas, piloto de aviación y guía de viaje antes de instalarse en
un cortijo de las Alpujarras, junto a su mujer, Ana. Sorprende que entre tantas
profesiones no haya ninguna relacionada con la escritura, porque el autor de
este delicioso libro tiene un gran talento como narrador y leerle es un placer.
Lo es porque su escritura carece de artificios, y, en cambio, derrocha sentido
del humor y veracidad. Chris construye su propio personaje con cierta irónica
distancia, muy inglesa, que inspira simpatía y complicidad. Se ríe de sí mismo
y de esa mezcla de ingenuidad y tesón con la que se plantó en un lugar remoto, compró el cortijo que nadie quería comprar y
se fue construyendo una vida. Por su libro circulan otros expatriados de las
Alpujarras, que acaban tejiendo, junto a los vecinos locales, una fuerte red de
amistad y apoyo mutuo con los Stewart. Como narrador, a todos trata con respeto
y a muchos con cariño, lo cual no le impide pintar con trazos muy precisos sus
caracteres, sean desalmados tratantes de ganado, pueblerinos decididos a
aprovecharse del guiri, gente de buena fe que le ayuda a construir su casa, artistas venidos de tierras lejanas
o ecologistas decididos a purificar las Alpujarras de prácticas con los
animales que consideran brutales. Stewart, a pesar de su muy inglés amor a los
animales, se siente bastante ajeno a estos últimos, y en cambio se maneja con
soltura entre los locales. Además de ser un interesante retrato de la vida en
aquella zona del campo andaluz, el libro plantea una cierta reflexión sobre el
valor del aprendizaje, la curiosidad, el tesón y la tolerancia.
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