domingo, 4 de septiembre de 2016

Cine. Café Society

La perseverencia de la nostagia

Título original: Café Society

Duración: 96 minutos

Director: Woody Allen

Guión: Woody Allen




   La historia de Bobby Dorfman, que en los años 30 viaja a Hollywood para, ayudado por su tío Phil, labrarse un futuro, es un retrato delicioso de la época, magníficamente ambientado y fotografiado. Pero es, sobre todo, la historia de Bobby y Vonnie, de cómo se conocen y se enamoran y de lo que la vida –tan confusa, pero tan decidida a imponerse, la cabrona- hace con su amor. De eso trata la película, y de la perseverancia con que la nostalgia se agarra a ellos y les acompaña durante años
   El último regalo de Woody Allen es eso, un discurso triste y sencillo sobre el amor, y está envuelto en una historia que discurre por sus temas de siempre, con esa mezcla asombrosa de ligereza y profundidad que solo él, en sus mejores momentos, es capaz de proporcionar. 
   Como en el mejor Allen, hay aquí humor y melancolía, diálogos rápidos y llenos de agudeza; trascendencia y banalidad. Están el intelectual y el asesino, el pillo y el ingenuo, lo público y lo íntimo, los dilemas morales, la pedantería, Hollywood y Nueva York, las intrigas de las madres judías y el glamour de los ricos y famosos. Allen mezcla sus ingredientes favoritos en una historia a ratos disparatada, a ratos terriblemente creíble,  que nos narra la voz en off de un circunspecto locutor (el propio Woody Allen). Y una vez más lo comprobamos: mezclar en una misma película elementos tan dispares con esa facilidad y sin perder coherencia es la seña inequívoca del lenguaje propio que ha sido capaz de crear. En esta ocasión, lo utiliza para construir una preciosa película de amor.

 

2 comentarios:

  1. Sí y sí y sí.
    Lo que se nota, además, es que la peli está hecha en Lo Angeles: En vez de escenas balbuceantes en cafés baratos de Brooklyn, buena fotografía, buenos operadores de cámara, actores y dirección artística de lujo. La historia de amor no deja de ser superficial (anda que si la cuenta un argentino, tipo Araquistáin...), pero aún así, convence. O sea, totalmente de acuerdo. Sí y sí. Saludos

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  2. Perdón! Donde dije Araquistáin quería decir Aristaráin. Aunque en realidad pensaba más bien en Campanella.

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