domingo, 20 de septiembre de 2015

Novela. El informe de Brodeck, de Philippe Claudel



Magnífica

Salamandra
280 pags.


Brodeck es un funcionario que debe escribir un informe sobre un asesinato ocurrido en su pueblo. Quienes le encargan la tarea son los autores del crimen: el alcalde, el notario, el tabernero… Todos se declaran responsables, y esperan de él un informe capaz de exculparles, redactado con las maneras del burócrata minucioso que es Brodeck. El asesinado es un extranjero, al que en el pueblo apodan Der Arderer, “el Otro” en alemán.


Brodeck se encierra a escribir, pero lo que nos cuenta no es la historia del asesinato, sino su propia historia, que se enreda con la de sus paisanos, con la trama del crimen y con la actualidad de su propio destino y el de su familia. Hace poco que ha terminado la guerra, y él acaba de volver del infierno de un campo de concentración. El crimen, y las entrevistas que realiza para escribir el informe, vuelven a recordarle que nunca ha sido uno de ellos y que el horror que ha vivido en la guerra puede no haber terminado. Tardamos en saber hasta qué punto Brodeck está dispuesto a luchar para mantener su dignidad, y qué precio debe pagar para lograrlo.  Así que asistimos al desarrollo de una intriga criminal, pero pendientes también de la construcción del personaje de Brodeck, un ser humano que aún ahora, pasada la guerra, debe sufrir y luchar para superar la terrible condición que arrastró en el campo, donde del cuello de los ahorcados colgaba un cartel que decía Ich bin nichts: "No soy nada”.


Philippe Claudel, al que admiré en Almas grises y La nieta del Sr. Ninh, hace en esta novela un trabajo sobrecogedor. El libro es un retrato del horror totalitario, cuya principal virtud radica en fundir en la historia de Brodeck la brutalidad de los campos de concentración y la xenofobia pueblerina, la crueldad sin límites de los grandes escenarios de lo infrahumano con la estupidez, el miedo y la traición que puede esconderse en cualquier casa. Nadie escapa al mal. Ni el propio Brodeck, que nos confiesa un episodio de su viaje al infierno del que aún se avergüenza. Esta capacidad de lo inmundo de infiltrarse en cualquier sitio y en cualquier tiempo –la guerra, la paz, este o aquel país- se refuerza con el carácter simbólico que da Claudel a los escenarios que elige. Todo ocurre en un lugar imaginario. Suponemos que el pueblo de Brodeck puede ser Austria, o algún país del este. Él, sin duda, es judío, aunque en ningún momento se hace explícita esta condición suya. Tampoco conocemos  mucho de la víctima del asesinato, “El Otro”, el hombre al que asesinan. Sabemos que había captado la maldad del pueblo, y que su condición de espejo le convertía en un peligro, y conocemos algunos atributos de su “otredad”: la sensibilidad, la fantasía, lo cortés, lo agradable, lo inteligente; tal vez algún detalle podría conducirnos a su homosexualidad. Todo muy sospechoso. Y también sabemos que es bueno: “Hablaba poco. Muy poco. A veces, sin mirarlo, me recordaba la cara de algún santo. La santidad es muy curiosa. Cuando te topas con ella sueles confundirla con otra cosa, con algo totalmente distinto, la indiferencia, la ironía, la maquinación, la frialdad o la insolencia, o quizá el desprecio. Te equivocas y, a continuación, te enfadas. Cometes una locura. Seguramente, por eso los santos suelen acabar como mártires”. Esta descripción de la víctima –de todas las víctimas-, en la que el observador se equivoca y comete una locura, nos conduce a la estupidez y el miedo como engendradores del mal: “la estupidez es una enfermedad que casa bien con el miedo. Una y otro se alimentan mutuamente, creando una gangrena que solo pide propagarse”. Aterrador.


Conviene leer este libro en estos días en los que se levantan muros de alambre y cuchillas en Europa; ahora que, al igual que en el campo de concentración de Brodeck, no lejos de nosotros se decapita a la gente en las plazas públicas. Conviene leerlo y pensar acerca de las fronteras, de las de alambre y de las que engendran las mentes humanas, aquí y allá, en cualquier sitio y en cualquier tiempo. Conviene pensar acerca de la estupidez y el miedo, y saber identificar el engendro de lo totalitario.


1 comentario:

  1. Muy bueno tu blog, muy fácil de manejar y a la vez de atractivo diseño. Enhorabuena. Un abrazo. Joaco.

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