Magistral
Título original: Inside Out
Duración: 94 minutos
Director: Pete
Docter, Ronaldo
Del Carmen
Guión: Michael Arndt (Historia: Pete Docter)
Cuando se cumplen veinte años desde que
Daniel Goleman revolucionara el management con la noción de “inteligencia
emocional”, aparece esta magnífica película, que deberían ver quienes aún
piensan que conviene alejar las emociones de la vida profesional y, en general,
cualquiera que quiera pasar un rato maravillándose ante un espectáculo redondo,
en el cual Disney y Pixar se enfrentan al dificilísimo reto de dar vida a algo
tan abstracto como las emociones.
El puente de mando del cerebro de una
niña de once años está gobernado por cinco personajes: Alegría, Tristeza,
Miedo, Ira y Asco. Su caracterización es el primer logro de la película. Es
difícil decidir en cuál han acertado más, si en la cara verde de Asco, con su
boca ladeada y sus largas pestañas despectivas; en la energética y entusiasta
voz de Alegría, en el rotundo rojo del
muy masculino cuerpo de Ira, en la delgadez neurótica de Miedo o en las lánguidas
redondeces azules de la eternamente cansada Tristeza. He leído que Paul Ekman,
un gurú del “body language”, ha asesorado científicamente a los de Pixar. Gran
trabajo.
Estos
cinco personajes –tiernos, creíbles, llenos de humor y simpatía- gobiernan el
comportamiento de Riley, si bien Alegría es quien en principio lleva la voz
cantante, porque el cerebro en el que habitan es, fundamentalmente, el de una
niña feliz. El problema llega cuando la familia se muda de la bucólica y un
poco paleta Minnesota a la urbanísima e interracial San Francisco, y las cosas
empiezan a ir de mal en peor para Riley. Tan mal que Alegría y Tristeza son expulsadas de la Torre
de Control, y deben emprender una aventura para lograr recuperar su influencia
en el comportamiento de Riley, que ha quedado a merced de Miedo, Ira y Asco –los
cuales están hechos un lío- y empieza a correr peligro. En su viaje por el
cerebro de Riley tratando de recuperar el mando, Alegría y Tristeza se
encuentran con el resto de la parafernalia psicológica de la niña: los
recuerdos y su sistema de almacenamiento y eliminación, los sueños,
el pensamiento, la fantasía, el
subconsciente y la noción de la realidad. Alegría y Tristeza viajan por esos
mundos con ritmo frenético en escenas de cine clásico en las que hay
laberintos, abismos, trenes que descarrilan, islas que se hunden, edificios que se derrumban y amigos que las
salvan.
Todo cuanto hacen divierte y emociona, al tiempo que tiene sentido y es interesante. Reconocemos cada
propuesta, por difícil que parezca: los recuerdos que se borran, los que
aparecen sin ton ni son de una manera insistente, el modo en que se fabrican
los sueños, las incógnitas del subconsciente, el reto de lo abstracto –tronchante
la transformación picassiana de los personajes- o la forma en que el amigo
imaginario de la niñez da paso en nuestras fantasías al novio ideal. Hay
carcajadas en la sala cuando el guión nos muestra las emociones que habitan en
el interior de la madre, mientras habla con el padre, cuyas emociones aún
dormitan mientras las de ella están en plena actividad, y es inevitable
recordar el viaje de Woody Allen al interior
del cuerpo de aquel chico que quería ligar en “Todo cuanto usted quiso saber
sobre el sexo…”
Junto a la maravillosa construcción de los personajes y sus mundos y la agilidad, humor y ternura del guión, es de destacar la estupenda resolución de la muy adulta propuesta de la película: todas las emociones – también la tristeza- contribuyen a gobernar una vida feliz.
Tu mejor post desde que empezaste. fondo y forma redondos.
ResponderEliminarTu mejor post desde que empezaste. fondo y forma redondos.
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