martes, 9 de septiembre de 2014

Novela. Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre



El muy sofisticado valor de la sencillez
Salamandra
443 páginas

Ganadora del premio Goncourt, esta novela ha vendido en Francia más de medio millón de ejemplares, lo que ha hecho decir a algunos que es la perfecta simbiosis entre literatura popular y alta literatura. Nos vemos allá arriba se merece vender eso y mucho más. 

 La historia empieza en las trincheras de la guerra del 14, a punto ya de firmarse el armisticio. Albert Maillard y Edouard Péricourt  viven un sangriento episodio del que salen gravemente mutilados física y mentalmente. La culpa es de Henri d´Aulnay Pradelle , el oficial al mando, decidido a labrarse un futuro en la posguerra gracias a una aureola de héroe que está dispuesto a obtener aun a costa de la vida de sus hombres. En esa trinchera se forja el primer eslabón de la amistad que une a Albert y Edouard. El primero es un contable de medio pelo, hijo de una madre muy pesada; el segundo, el único hijo varón de un millonario que le desprecia por su sensibilidad y su extravagancia. Entre ambos urden la trama de su venganza.  Quieren “hacerle un corte de mangas al mundo”, resarcirse del horror y el sufrimiento que han vivido y recobrar algo de lo que la guerra les arrancó en plena juventud. Ese algo en principio es una montaña de dinero, pero es también un momento de gloria, un padre, una novia, la alegría de vivir, la capacidad de crear, unas chispas de belleza.  Al tiempo que su venganza va tomando cuerpo, Pradelle, el villano de la historia, empeñado en rehabilitar el antiguo esplendor de su apellido, empieza a enriquecerse rápidamente, de la manera más sucia imaginable, y se introduce en una trama de corrupción que avanza hasta el final como un cuento moral perfecto .  

Lemaitre rechaza que Nos vemos allá arriba sea una novela histórica. “No lo es, es una novela de género picaresco. ¿Y qué es la picaresca? Pues El lazarillo de Tormes, que fue mi modelo. La novela picaresca es la novela de la exclusión, es el sálvese quien pueda, es el relato de unos personajes que han de vivir en un mundo que no les quiere”.  En el pequeño mundo de sobrevivientes en el que viven su amistad Albert y Edouard  hay  gratitud,  generosidad, sacrificio, tolerancia, ternura, crispación, fealdad, belleza, miseria, complicidad, humor, tristeza, miedo, alegría. Todo se muestra en profundidad bajo una apariencia de extraordinaria sencillez, con una prosa austera, pero tan visual que a ratos solo pensaba en el nuevo “Hotel Budapest” que Wes Anderson debería hacer con esta historia. Lemaitre ha escrito un novelón a la antigua, pero al tiempo una obra totalmente moderna, apta para adictos al mundo de los 140 caracteres. El único fallo que he encontrado en su lectura es que el episodio bélico del principio resulta un poco confuso. A pesar de ello, sí se perfilan en él con nitidez los tres personajes principales: Pradelle, el villano, y Albert y Edouard, los héroes. Comprenderles es lo importante, y desde el inicio empezamos a hacerlo.

En la  relación entre Albert y Edouard hay un despliegue de emociones que se van percibiendo como cargas de profundidad, sin ningún alarde de estilo, sin que se nos guíe nunca  hacia ellas de manera enfática. El narrador finge ser despreocupado y coloquial en su manera de contar, incluso ingenuo a veces, como si solo buscara el relato puro y simple de unos hechos, como si la eficacia en la comprensión del ir y venir de la acción fuera lo único que le importa, pero lo hace con tal habilidad literaria que, a medida que va construyendo su historia, va creando en el lector una inquietud mucho más profunda,  que le pide indagar en las emociones de los personajes, preguntarse cosas, reflexionar, comprender. El gran valor de Lemaitre es que nos lleva por un camino extremadamente fácil a una preciosa y profunda historia sobre el bien y el mal que los seres humanos podemos hacernos mutuamente.


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