Historia: La
agonía de Francia
Libros del
Asteroide
173 pags.
Inquietantemente actual
Chaves
Nogales es un autor imprescindible para cualquiera que quiera entender a
España. Fue el gran periodista de la república y autor de algunos de los libros
con los que más he disfrutado, como A
sangre y fuego, Juan Belmonte,
matador de toros o El Maestro Juan Martínez que estaba allí.
Pero sobre todo Chaves fue un personaje de una lucidez escalofriante; un narrador
estupendo que escribía a contra corriente en favor de la democracia en un mundo
donde se enfrentaban fascismo y comunismo ante la impasividad de quienes
debían defender la libertad; un hombre de una integridad conmovedora, con una biografía que es espejo de la España y
la Europa de los años 30 y 40 y que, al tiempo, y para nuestra desgracia, nos
interpela sobre nuestra realidad del siglo XXI.
Chaves
Nogales huyó a Francia cuando el gobierno republicano salió de Madrid,
esperando que aquella tierra de acogida le amparase. Llegaba herido por las dos
Españas, desilusionado del devenir de nuestra república, horrorizado por la
guerra, con miedo. Lo que encontró fue un país entregándose a los nazis, del
que tuvo también que escapar, esta vez rumbo a Inglaterra, donde murió en 1944,
con 47 años. En este libro se cuenta su experiencia y su reflexión, la crónica
y el ensayo sobre lo que vio y lo que pensó entonces.
Su
gran instinto de narrador y su oficio periodístico dan un ángulo de gran
potencia visual a su observación. Sobre la huida de los parisinos, cuenta, por
ejemplo, cómo “el último automóvil fugitivo que salía de París tuvo que desviar
su ruta en la Puerta de Saint Cloud porque un agente de circulación hitleriano
maniobrando las señales luminosas del tráfico había puesto el disco rojo en el
cruce para dar paso a los carros de asalto de la primera división motorizada
alemana que entraba al asalto de París”. Y reflexiona: “Ésta es una de las
grandes revelaciones de la catástrofe de Francia. Tenemos el prejuicio de que
las grandes catástrofes de los pueblos sólo son posibles en medio de un
apocalíptico desorden (…) No acertamos a ver que en nuestro tiempo, dentro de
la cuadrícula estrecha de nuestra organización social y urbana, las cosas
suceden de una manera mucho más sencilla, con una simplicidad y una facilidad
aterradoras. En la Puerta de Saint Cloud un guardia de la circulación había
sido sustituido por otro. Esto es todo”.
Imposible
leer párrafos como este sin confrontarlos con las noticias que vienen de
Estados Unidos, donde el partido republicano impulsa a la presidencia a un
candidato dispuesto a traicionar valores fundacionales del país y compromisos
críticos con las democracias occidentales; o desde Francia, donde Marine Le
Pen sube en las encuestas; o desde Bruselas, donde parecen mirar a otro lado
cuando en Turquía se arrasan los derechos de decenas de miles de profesores,
funcionarios y jueces, mientras la barbarie del islamismo sigue ganando posiciones.
(Copio mi comentario de Facebook):
ResponderEliminarDe acuerdo con que Chaves Nogales es imprescindible con todos sus libros, los que citas y varios otros, como “La vuelta a Europa en avión” o sus crónicas catalanas. En "La agonía de Francia" vuelve a emplear la crónica contemporánea y a pie de calle para contar la pasividad de la Francia de Pétain ante la invasión alemana, y el resultado es muy bueno, claro.
Lo que me molestó un poco de “La agonía…” es el desprecio que destila al pueblo francés movilizado y en reserva. Chaves Nogales espoleaba a esta gente normal, a ese ejército haciendo tiempo en la retaguardia en vez de atender en casa a sus talleres y sus huertas, y se quejaba de que sus mandos no los enviaran inmediatamente al combate contra la apisonadora alemana. Parece lógico, pero también algo incongruente con la actitud pacifista que debería haberle generado todo lo que había visto ya en España, todo el horror de “A sangre y fuego”. Por supuesto que hay que plantar resistencia al terror y que debemos tomar lecciones de la Historia, pero la primera lección quizá debiera ser que las únicas guerras que se ganan, como decía mi santa madre, son las que no se empiezan. Saludos