Anagrama
172
páginas
Tras
el entierro de su madre, Blanca pasa unos días en Cadaqués, el territorio de su
infancia, acompañada por sus hijos, sus ex maridos, algunas amigas y su amante,
que se instala junto a su mujer en una casa vecina. Al hilo de la crónica que Blanca
dirige a su madre muerta, en la que va narrando su experiencia de esos días en
Cadaqués, se dibuja su pasado, y
por él discurren novios, matrimonios, hijos, divorcios, sexo y
la vaga idea de que el mundo debería ser un lugar de lo más feliz sin necesidad de grandes
esfuerzos por su parte. La madre muerta, un
personaje que evoca a la editora y escritora Esther Tusquets, madre de la autora, preside el
escenario del cuento con su personalidad arrolladora, y la narración es
atractiva porque el mundo que describe tiene encanto, sensualidad y gracia.
La
casa familiar de Cadaqués es el lugar ideal para evocar los recuerdos de esta
hija de la gauche divine barcelonesa,
criada por padres ricos, progres y despreocupados, que vive de las rentas y que
se siente y actúa aún como una niña. El lugar ideal para dejarse ir, una vez
más, dejando flotar su dolor en la ligereza de amistades que se enturbian por exceso de alcohol y picoteando en relaciones
a las que solo el sexo da calor de cuando en cuando, porque todo es liviano en
su vida, todo es bonito, y alegre, y sensual, pero ligero e insasible,
inconsistente e infantil. Ni siquiera el cariño que tiene a sus hijos, o el dolor
por la pérdida de su madre, siendo ambos sentimientos los más rotundos de la
narración, conducen la historia que nos cuenta hacia algún lugar donde ocurra
algo realmente decisivo o transformador.
Blanca
entra triste en el cementerio, para despedir a su madre, en las primeras
páginas de la novela, y al terminarla, tras haberla visto llorar su ausencia,
enternecerse con sus hijos, perder a una gran amiga y follar con varios que pasaban
por ahí, no encontramos a una mujer diferente. También este dolor pasará, y
todo seguirá igual, parece decirnos al final. La novela está escrita con mucho
oficio, bien construida y narrada con humor y brillantez. Es una novela
honrada, en la que un personaje que no tiene gran cosa que contar se despliega
con veracidad, sin más pretensión que hacernos compartir el dolor por la
pérdida de su madre y mostrarnos la ligereza de los lazos que la unen con el
mundo. La cierras con la sensación de haber asistido a unos bonitos fuegos
artificiales.
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