jueves, 18 de junio de 2015

Novela. También esto pasará, de Milena Busquets



Anagrama
172 páginas

Tras el entierro de su madre, Blanca pasa unos días en Cadaqués, el territorio de su infancia, acompañada por sus hijos, sus ex maridos, algunas amigas y su amante, que se instala junto a su mujer en una casa vecina. Al hilo de la crónica que Blanca dirige a su madre muerta, en la que va narrando su experiencia de esos días en Cadaqués,  se dibuja su pasado, y por él discurren novios, matrimonios, hijos, divorcios, sexo y la vaga idea de que el mundo debería ser un lugar de lo más feliz sin necesidad de grandes esfuerzos por su parte.  La madre muerta, un personaje que evoca a la editora y escritora Esther Tusquets, madre de la autora, preside el escenario del cuento con su personalidad arrolladora, y la narración es atractiva porque el mundo que describe tiene encanto, sensualidad y gracia.

La casa familiar de Cadaqués es el lugar ideal para evocar los recuerdos de esta hija de la gauche divine barcelonesa, criada por padres ricos, progres y despreocupados, que vive de las rentas y que se siente y actúa aún como una niña. El lugar ideal para dejarse ir, una vez más, dejando flotar su dolor en la ligereza de amistades que se enturbian por exceso de alcohol y picoteando en relaciones a las que solo el sexo da calor de cuando en cuando, porque todo es liviano en su vida, todo es bonito, y alegre, y sensual, pero ligero e insasible, inconsistente e infantil. Ni siquiera el cariño que tiene a sus hijos, o el dolor por la pérdida de su madre, siendo ambos sentimientos los más rotundos de la narración, conducen la historia que nos cuenta hacia algún lugar donde ocurra algo realmente decisivo o transformador.

Blanca entra triste en el cementerio, para despedir a su madre, en las primeras páginas de la novela, y al terminarla, tras haberla visto llorar su ausencia, enternecerse con sus hijos, perder a una gran amiga y follar con varios que pasaban por ahí, no encontramos a una mujer diferente. También este dolor pasará, y todo seguirá igual, parece decirnos al final. La novela está escrita con mucho oficio, bien construida y narrada con humor y brillantez. Es una novela honrada, en la que un personaje que no tiene gran cosa que contar se despliega con veracidad, sin más pretensión que hacernos compartir el dolor por la pérdida de su madre y mostrarnos la ligereza de los lazos que la unen con el mundo. La cierras con la sensación de haber asistido a unos bonitos fuegos artificiales.

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